martes, 10 de junio de 2014

Fue monja, párroco y predicadora de fama




SANTA JUANA DE LA CRUZ, UN CASO POCO COMÚN EN LA IGLESIA ESPAÑOLA

Esta insigne mujer, Sor Juana de la Cruz. también conocida popularmente por Santa Juana, aclamada por el pueblo como santa y doctora, nació el 3 de mayo del año 1481, a unos 14 kilómetros de Cubas, en Azaña (hoy Numancia de la Sagra), cuando cumplió los quince años, su familia le preparó un matrimonio con un caballero rico; y entonces Juana, vistiéndose con el traje de un primo huyó de la casa paterna para realizar su deseo de consagrarse a Dios en el Beaterio de Santa María de la Cruz, que ella convertirá en Monasterio. Sus familiares trataron de disuadirla pero como vieron su firmeza su padre le dio su consentimiento.
A los 26 años comenzó a mostrarse en ella el carisma de la predicación y durante trece años predico con el permiso de sus superiores, acudían a escucharla los grandes personajes de la época: el gran capitán, el cardenal Cisneros, Don Juan de Austria y el propio emperador Carlos V. Su magisterio caló hondo durante siglos en el alma del pueblo y en  la más fina espiritualidad de los conventos. Obtuvo para el convento de cubas de la sagra del cardenal Cisneros un extraño privilegio, esto es, el del “beneficio” de la parroquia aneja al convento que también fue elevado a monasterio, de modo que la potestad sobre dicha parroquia pertenecía a la abadesa y el que hasta entonces había sido párroco quedaba como capellán.
Aunque no era algo común en el siglo XVI encontramos abundantes casos de jurisdicción femenina (normalmente abadesa) que no deja de sorprender a los historiadores. Santo Tomas de Aquino lo consideraba como “una corrupción de la buenas costumbres que la mujer ejerciera la autoridad ya que ella no tenía ni la “llave” del orden ni de la jurisdicción. Por el contrario, René Metz, refiriéndose a las Abadesas de las Huelgas y Fontevrault, afirma: “Conviene hacer notar que, en todos estos casos, no se trataba de un abuso sino de situaciones perfectamente regulares reconocidas por la autoridad", aunque, por supuesto, excluye las atribuciones que comportaran el sacramento del Orden.
En el año 694 asistieron cinco abadesas al concilio de Bacanieldy, y en el año 705, fue una al de Nidd ( Inglaterra)  a la Abadesa cisterciense de Conversano (Italia) la encontramos, en cierta ocasión, bajo el baldaquino, revestida de mitra, báculo y estola y recibiendo el homenaje de todos sus súbditos, incluso del clero. Ellos se arrodillaban ante ella y le besaban la mano como signo de obediencia; el gran Cardenal historiador, Cesare Baronio, la califica de “Mostrum Apuliae". La mayoría de estas Abadesas ejercían el derecho a la excomunión y otros poderes eclesiásticos y civiles.
Ahora bien volviendo al privilegio concedido al convento de Cubas de la Sagra, este se debido a la fama adquirida por Sor Juana a causa de sus visiones. Pero este privilegio causo desasosiego en algunos eclesiásticos y después de la muerte del citado Prelado algunos intentaron privar a las monjas del beneficio de la parroquia argumentando que “las mujeres, aunque fuesen religiosas, no eran suficientes para tener curas de almas”, a lo que ella  respondió pidiendo una bula papal que le confirmara “persona suficiente para estar en el servicio de curado por el Monasterio.
Esta petición ocasionó una serie de intrigas en el monasterio, de algunos clérigos de fuera en colaboración de algunas monjas de la comunidad con el fin de que los superiores franciscanos destruyeran a Sor Juana. Pero pronto fue Sor Juana de la Cruz restituida a su puesto de superiora y párroco que llevo hasta su muerte.
Murió en Madrid el día 3 de mayo de 1534. En seguida fue proclamada santa por el pueblo, llegando a recibir culto público en el concilio de Trento fue declarada venerable. El Monasterio de Santa María de la Cruz  es reconocido como el “convento de Santa Juana” y es centro de peregrinación  y contiene hoy en día la tumba  con los restos de Sor Juan

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